María llena de gracia, Madre de Dios y
nuestra, es Victoria desde el principio de los tiempos, Concebida
Inmaculada, ya desde ese mismo instante vence al mal, al pecado original
de nuestros primeros padres. María es Victoria en el mismo instante de
su Concepción.
No existe otra advocación que esté más
ligada al propio nombre de María, ya que esta la acompaña durante toda
su existencia terrenal e incluso en el Tránsito y gloriosa Asunción a
los cielos. Todas las demás advocaciones, normalmente se refieren a
trances o momentos vividos por María. María aplasta con su talón al mal,
en su carácter Inmaculadista, tal como anunció Dios nuestro Señor a la
Serpiente en el Paraíso Terrenal; María vence a la Muerte en su carácter
Asuncionista; María es coronada como Reina de los Cielos y Tierra por el
Padre y el Hijo, justo colofón a su triunfo Universal. María es Victoria
en sí y por sí.
La Hermandad del Polvorín, pese a su corta
existencia, ha contado a lo largo de su historia con tres imágenes de la
Santísima Virgen.
La primitiva imagen, obra del escultor
onubense D. Joaquín Gómez del Castillo de 1941, representaba a la Virgen
cabizbaja y en actitud de desconsuelo. Imagen de bellas facciones estaba
realizada en madera de ciprés, con fina encarnadura y débil policromía
con una estatura de 167 centímetros desde la base del candelero hasta la
cabeza.
No obstante y en honor a la verdad, D.
Antonio León Ortega retocó la imagen ese mismo año con meritorio acierto
ya que la Imagen de la Santísima Virgen no llega a gustar a determinados
elementos de la Hermandad.
Esta imagen sufrió un incendio fortuito
cuando procesionaba en su paso, a la altura del Barrio Reina Victoria,
acaecido el Miércoles Santo, día 1º de Abril de 1.953, donde se destruyó
prácticamente el rostro y manos.
D. Antonio León
Ortega, a la sazón vocal de la Hermandad y afamado escultor, fue
el encargado de restaurar la imagen de la Virgen, así como la de
San Juan Evangelista.
La nueva imagen, restauración de
la anterior, aún con un cierto parecido presentaba
connotaciones bien distintas a la anterior. Había cambiado.
Sus rasgos más pronunciados, dando
una expresión más dolorosa. Los ojos aparecen más cerrados,
dándole a la imagen un aspecto casi oriental; en definitiva
aquella no era la Virgen de la Victoria, o al menos, no, la
imagen a la que la Hermandad y devotos estaban acostumbrados,
por lo cual la Hermandad nunca estuvo totalmente satisfecha con
esta imagen.
Catorce años más tarde, en 1967, el
deterioro de esta imagen era evidente, grietas en la madera y
saltaduras de estuco, hacen que la Hermandad se replantee el
tema de la restauración, que es aprobada en Cabildo
Extraordinario y que encarga por expreso deseo del Mayordomo D.
Francisco Monís Cano, al joven escultor D. Luís Álvarez Duarte.
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En reconocimiento rutinario de la
imagen, se aprecia desprendimiento de mascarilla y partes muy
deterioradas, que en la restauración tras el incendio no fue con
suficiente base científica por lo que la Hermandad decide hacer
una imagen nueva de María Santísima de la Victoria, que nada
tenga que ver con las dos imágenes anteriormente citadas,
lógicamente en el aspecto artístico y que es hoy en día la que
despierta amor entre todos los onubenses y de fuera de sus
fronteras.
María Santísima de la Victoria
Gracia Plena, Madre de Dios y Reina del Polvorín.
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