En la mañana de
hoy sábado, 31 de octubre, cercana ya la
conmemoración de todos los fieles difuntos en la
Iglesia, la Santísima Virgen de la Victoria ha
amanecido vestida de luto en un gesto de duelo,
pena y aflicción por todos los hermanos difuntos
y que nos precedieron con el signo de la fe y
duermen en la esperanza de la resurrección.
Desde su camarín, a pesar del rigor de su
vestimenta, sigue extendiendo el mejor de los
mensajes a quienes han sufrido la pérdida de
algún ser querido y aún más hermosa aparece a la
visión con su vestido de luto en memoria de los
hermanos que durante los años de la existencia
de la Hermandad acudieron prestos a la llamada
del Señor.
La Virgen luce
manto de terciopelo negro y saya morada bordada
en cartulina de origen otomano del siglo XIX.
Resalta la belleza de su rostro que se enmarca
sutilmente por un encaje de elaboración
artesanal bajo la técnica conocida como
“Bruselas” de mediados del siglo XIX y donada
recientemente por N.H.D. Jesús Fernández Aguado
y N.H.D Francisco Javier Romero Molina.
Entre otras
joyas, la Santísima Virgen luce sobre su pecho
el puñal del orfebre Jesús Domínguez Vázquez y
la Cruz Pectoral en plata de ley y zafiro con
talla cabujón que le ofrendara la Hermandad del
Prendimiento de Huelva, y sobre sus sienes luce
radiante la diadema de plata sobredorada
cincelada por N. H. D. Jesús Domínguez Vázquez
en 1989 y donada por N.H.Dª Rafaela Monís Cano,
una joya que enmarca con un áurea mágica la
sagrada faz de la Madre de Dios. Del mismo modo,
luce sobre su saya el anagrama de María bordado
en oro y donado por la Hermandad del
Descendimiento de Huelva. En su mano derecha
porta pañuelo bordado por Dª Esperanza Elena
Caro y relicario de San Enrique de Osso.
Sobresale la
simpleza y elegancia del conjunto, valores que
ensalzan aún más, si cabe, la grandeza
espiritual de nuestra Excelsa Madre y Señora.