Como prenda de consuelo, enviamos a la
congregación, de todo corazón, un afectuoso abrazo y le
expresamos nuestros sentimientos de profundas condolencias por
esta perdida, así como deseamos asegurarle nuestra viva
participación a su profundo dolor y nuestras fervientes
oraciones de sufragio por esta generosa testigo del Evangelio.
Que la Santísima
Virgen de la Victoria, Madre de Dios, la acoja en sus brazos y
la guíe a la gloria eterna de su Hijo, en el lugar preparado
para sus amigos y servidores fieles.
Descanse en paz.