El Hermano Mayor y la Junta de Gobierno de la Hermandad de la
Victoria desean expresar sus sentimientos de profunda felicidad a
las queridas Hermanas de la Compañía de la Cruz ante la cercana
canonización de la beata María de la Inmaculada Concepción de la
Cruz por el Santo Padre Francisco, la cual se celebrará el próximo
18 de octubre de 2015 en la Plaza de San Pedro de Roma, corazón de
la Cristiandad.
Sor María de la Inmaculada Concepción de la Cruz es para todos
nosotros modelo de fidelidad al Señor y de amor a los más pobres, un
referente cercano de lo que debe ser la vida cristiana vivida hasta
sus últimas consecuencias. Ella vivió con gran fidelidad su
consagración total a Jesucristo, a la Iglesia, a su Instituto y a
los pobres. Ella, que vivió entre nosotros hasta hace sólo
diecisiete años, nos hace cercano y accesible el Evangelio de Jesús,
traduciéndolo y poniéndolo al alcance del hombre actual. Ella nos
dice además que también hoy podemos ser santos en Huelva, Sevilla y
España y vivir con radicalidad nuestra vocación cristiana.
A las Hermanas de la Cruz, nuestra enhorabuena cordial y nuestro
saludo fraterno.
MARÍA ISABEL SALVAT ROMERO
Nació en Madrid el 20 de febrero de 1926 en el seno de una familia
de una elevada posición económica gracias a la trayectoria laboral
del padre: funcionario público, representante de varias
multinacionales y empresario industrial. Al día siguiente, fue
bautizada en la Parroquia de la Concepción de Nuestra Señora, donde
recibe el nombre de María Isabel.
Su vida familiar se desarrolló en un ambiente religioso, siendo su
primer contacto para profundizar en las virtudes cristianas en la
Escuela de la Santísima Virgen María de las Madres Irlandesas, donde
a los seis años recibió su primera Comunión. En el año 1936, la
Guerra Civil Española lleva a su familia a Figueira da Foz
(Portugal). Dos años más tarde, regresó a España, instalándose con
su familia en San Sebastián. Terminada la contienda, en 1939 regresa
con su familia a su ciudad natal, Madrid.
El ambiente cultural y religioso en el que desarrolló su
adolescencia estuvo marcado por una alegría constante, reflejo de
una sencillez y claridad que mostraba la belleza de su alma. Joven
elegante y sencilla, cautivaba y atraía por su mirada serena,
bondadosa, simpática y ocurrente -aunque poco habladora-.
Físicamente era atractiva y tenía muchas amigas, todas ellas
pertenecientes a un nivel social alto, entre las que era muy
querida. Acudió a fiestas y tuvo amigos pertenecientes a familias
conocidas de sus padres. Siempre fue muy piadosa y sacrificada, por
lo que no sorprendió cuando comunicó a sus padres la decisión de
entregarse al Señor.
En 1942 conoce a las Hermanas de la Cruz, en una de las visitas que
ellas hacían para pedir por el barrio de Salamanca. Margarita, su
madre, colaboraba asiduamente con ellas y siempre las recibió con
cariño y generosidad. María Isabel se queda tan sorprendida e
ilusionada con la vida de abnegación, pobreza y santidad de las
Hermanas de la Cruz que ya, en aquel momento, siente la llamada de
Dios. El 10 de diciembre de 1943, a los diecisiete años, recibe la
Medalla de Hija de María en el Colegio de las Madres Irlandesas de
Madrid. Fue el inicio de su compromiso con la Santísima Virgen.
El 8 de diciembre de 1.944, con 18 años de edad ingresó como
postulante en el Instituto de Hermanas de la Compañía de la Cruz en
Sevilla y al año siguiente entró en el noviciado y se puso el hábito
religioso con el nombre de la Hermana de María de la Inmaculada
Concepción de la Cruz. Hizo su profesión temporal el 27 de junio de
1947 en la Casa Madre de Sevilla. Dada su formación humana y
espiritual, en septiembre de este año le fue encomendada la gestión
del colegio de Lopera (Jaén). El 9 de diciembre de 1952 hizo los
votos perpetuos también en la Casa Madre de Sevilla. Ese mismo año
convalidó sus estudios de bachiller superior y obtuvo el título de
maestra de enseñanza primaria. Asimismo, estuvo destinada en
Valladolid, Estepa y Villanueva del Rio y Minas (Sevilla),
ejerciendo en todos los destinos como directora del colegio, dando
ejemplo siempre de las virtudes que caracterizan a las Hermanas de
la Cruz: sencillez, espíritu de sacrificio y abnegación,
desprendimiento y pobreza. El 2 de octubre de 1959 recibe el cargo
de Superiora de la casa de Estepa. En 1966 ostentó el cargo de
Maestra de Novicias; en 1.969 el de Provincial; y en 1.970 es
nombrada Tercera Consejera General del Instituto y Superiora de la
Casa de Villanueva del Río y Minas. El 11 de febrero de 1977 es
elegida Madre General en el XIII Capítulo General ordinario
presidido por el Cardenal Arzobispo de Sevilla José María Bueno
Monreal. Fue reelegida en tres Capítulos consecutivos. Durante los
veintidós años que sirvió al Instituto como Madre General, aparece
siempre como fiel seguidora del espíritu de su fundadora, Santa
Ángela de la Cruz.
Como Madre General, la Hermana de María de la Inmaculada Concepción
de la Cruz asistió a Roma en 1980 a la celebración de la vida
religiosa que presidió el Santo Padre Juan Pablo II, quien bendijo
al Instituto de las Hermanas de la Cruz. Un año después fundó la
Residencia Santa Ángela de la Cruz del barrio de Las Colonias de
Huelva, así como tuvo la oportunidad de asistir a una Eucaristía en
la capilla privada del Papa Juan Pablo II, al que entregó el libro
“Escritos Íntimos” de Sor Ángela de la Cruz. Asimismo, participó el
5 de noviembre de 1982 con Su Santidad el Papa Juan Pablo II en la
beatificación de Sor Ángela de la Cruz en el transcurso de una
Eucaristía en Sevilla. Esa misma tarde, el Papa visitó la Casa Madre
y rezó frente a la tumba de la santa, arrodillándose ante la misma
hornacina donde hoy puede contemplarse su cuerpo incorrupto. En
1990, con su decidido impulso y carisma, se aprueba la adaptación de
las Constituciones del Instituto a la nueva normativa del Código de
Derecho Canónico de 1983.
En 1994 le diagnostican un cáncer en el pecho. En las dos semanas de
convalecencia mantuvo su sonrisa, aceptando la enfermedad con
abnegación cristiana y fortaleza. Recibió quimio y radioterapia y se
restableció, de momento, satisfactoriamente. Cuatro años después de
su operación del tumor en el pecho, volvió a recaer por la
enfermedad. Volvieron las sesiones de quimioterapia, pero esta vez
el cáncer estaba extendido. Le diagnosticaron hígado metastático,
ascitis, cálculos en la vesícula y metástasis en el pulmón. Cuando
lo supo demostró una entereza colosal. Ese mismo día, tras volver en
silencio al Convento, comenzó a dirigir una tanda de ejercicios
espirituales y conversó una a una con todas las ejercitantes, como
era su costumbre. Al día siguiente intentó iniciar otra tanda pero
no la pudo terminar.
A las nueve y media del sábado 31 de octubre de 1998, con 72 años de
edad, partió para la “Casa del Señor”.
BEATIFICACIÓN
Su proceso de beatificación se desarrolló con una inusitada rapidez.
Se abría el 20 de febrero de 2004. El 4 de noviembre de 2005 tenía
lugar la clausura del proceso sobre el milagro atribuido a la Sierva
de Dios en la persona de una niña de La Palma del Condado (Huelva),
Ana María Rodríguez Casado, aquejada de una grave afección
neurológica. Su curación se produjo de forma «difícilmente
explicable y no previsible» gracias a la intercesión de Hermana de
María de la Inmaculada Concepción de la Cruz.
La beatificación tuvo lugar en Sevilla el 18 de septiembre de 2010,
durante una solemne ceremonia en el Estadio La Cartuja presidida por
el Arzobispo de Sila, Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para
las Causas de los Santos.
CANONIZACIÓN
Cinco años después de su beatificación, Sor María de la Inmaculada
Concepción de la Cruz, Superiora General de las Hermanas de la Cruz,
será canonizada. Será posible gracias al milagro obrado por ella en
la persona de un “armao” de la Centuria Romana de la Hermandad de la
Macarena. Francisco José Carretero Díaz, con 43 años, sufrió una
parada cardiorrespiratoria que lo mantuvo sin oxígeno 25 minutos.
Permaneció doce días en coma y despertó gracias a la intercesión de
la beata.
El milagro fue reconocido por la Santa Sede el 5 de mayo de 2015.
LAS HERMANAS DE LA CRUZ EN HUELVA Y LA HERMANDAD DE LA VICTORIA
Tras su fundación en el año 1939, el Miércoles Santo 1 de abril de
1942, durante la segunda estación de penitencia de esta cofradía y
todavía con un solo paso, se produjo un cambio en el itinerario
trascendental, el cambio que configuraría la personalidad de la
hermandad en la calle y que de alguna forma vino a conformar una
nueva faceta dentro de la Semana Santa de Huelva: el paso por la
Plaza Niña para visitar a las Hermanas de la Cruz y premiar así su
abnegada y apostólica vida.
Esta hermandad revolucionó la estática y la estética anterior de
muchas formas y con este nuevo cambio, calles siempre despreciables
para las procesiones, saboreaba un nuevo sentimiento a su paso. La
Santísima Virgen de la Victoria abría así calles olvidadas para
visitar a las hijas de Sor Ángela de la Cruz, siendo Ella, como una
cruz de guía, la que abrió el paso al resto de hermandades de la
ciudad, haciendo de la costumbre una virtud, para mayor
engrandecimiento y honor de las corporaciones nazarenas. La Virgen
de la Victoria es la primera que hizo camino por aquel bendito
lugar, arando y desbrozando ese terreno de gloria, plantando y
regando la semilla, adquiriendo desde entonces esta corporación un
fuerte vínculo con las religiosas y convirtiendo desde entonces con
esta visita la puerta del convento en un lugar indispensable en la
Semana Santa de Huelva.
Con motivo de la Coronación Canónica de la Virgen de la Victoria en
el año 2012, la Hermandad ordenó colocar un retablo cerámico que
conmemorara el hecho. El mismo fue inaugurado y bendecido por el
director espiritual de la corporación, M. I. S. NHD Miguel Fuentes
Naranjo, el 1 de mayo del mismo año al paso de la Virgen de la
Victoria durante su traslado a la Parroquia de la Purísima
Concepción. |