El pasado miércoles,
festividad de Santa Ángela de la Cruz, tal
como ordenan las Reglas de nuestra
Hermandad, celebramos en nuestra Parroquia
la Solemne Función en Honor y Veneración de
todas las Santas Reliquias que esta
corporación posee y Honras Fúnebres en
sufragio de todos los Hermanos difuntos de
la Hermandad. Previamente, la Junta de
Gobierno realizó la ofrenda floral y oración
por ellos en el Cementerio de la Soledad.
El 5 de noviembre es el día
en que la Iglesia rinde culto a los santos y
venera sus imágenes y sus reliquias
auténticas como ayuda para entrar en
contacto con Dios a través de los que se
dejaron transformar por la gracia y
alcanzaron así el don de la salvación en
Cristo. Esta veneración ayuda a nuestros
corazones cristianos a renovar su fe, y
permite así una mejor comprensión del
Evangelio y una participación más consciente
y madura en los sacramentos, en los que no
sólo recordamos la acción salvadora de
Cristo, sino que la acogemos como fue
acogida, a veces de modo heroico, por tantos
miles y miles de santos de todos los
tiempos.
Durante su homilía, nuestro
director espiritual hizo hincapié en la
importancia de recordar a cuantos nos
precedieron con el signo de la fe y durante
los años de existencia de esta Hermandad
acudieron prestos a la llamada del Señor y
hoy son bienaventurados en el cielo, y muy
especialmente aquellos que fallecieron en
este último año y duermen en la esperanza de
la Resurrección y los fundadores de la
corporación.
En el transcurso de la Santa
Misa también recordamos con letras de oro la
santidad de una mujer que entregó su vida a
Dios y al servicio de los más pobres y
necesitados, Santa Ángela de la Cruz,
fundadora de las Hermanas de la Compañía de
la Cruz. Treinta y dos años han pasado desde
que aquel 5 de noviembre de 1982 el Papa
Juan Pablo II, hoy santo, beatificara a Sor
Ángela durante su primera visita a Andalucía
y once desde que el mismo pontífice la
canonizara durante su última visita a
España.
La Solemne Función finalizó
con la exposición y veneración de la
Reliquia de San Enrique de Ossó, fundador de
la Compañía de Santa Teresa de Jesús, y con
la salve a la Santísima Virgen de la
Victoria.
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