Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros
propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca
del Verbo de la vida; pues la Vida se hizo visible, y nosotros hemos
visto, damos testimonio y os anunciamos
la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó.
1 Jn 1, 1-2
Con su encarnación, con su venida entre nosotros, Jesús nos ha
tocado y, a través de los sacramentos, también hoy nos toca; de este
modo, transformando nuestro corazón, nos ha permitido y nos sigue
permitiendo reconocerlo y confesarlo como Hijo de Dios.
FRANCISCO, Lumen fidei (n.31)
Los pobres, los abandonados, los enfermos, los marginados, son la
carne de Cristo. Y Madre Lupita tocaba la carne de Cristo y nos
enseñaba esta conducta: no avergonzarnos, no tener miedo, no tener
repugnancia a tocar la carne de Cristo.
FRANCISCO, Homilía (12 de mayo de 2013)
|