Lo que pudo
suponer una auténtica tragedia que marcara el
fin de una etapa, no fue sino un revulsivo que
reforzó el carácter de esta Hermandad. Y gran
parte de culpa la tuvo, cómo no, una junta de
gobierno y un grupo de hombres con una valía y
una entereza infinita que supieron superar todas
las adversidades en un escaso margen de tiempo.
Tras el Domingo
de Resurrección de 1953, comenzaron todos los
trabajos para evaluar la cuantía total que
supondría restaurar y rehacer, en algunos casos,
todo lo que había sido pasto de las llamas.
Las imágenes de
María Santísima de la Victoria y San Juan
Evangelista regresarían, inmediatamente, al
taller de don Antonio León Ortega para su
restauración, tras el lamentable estado en el
que quedaron.
El manto y la
toca de sobremanto serían trasladados hasta el
Convento Santa María de Gracia de nuestra
ciudad, al ser las Reverendas Madres Agustinas
las encargadas de restituir dichas piezas a su
estado original. Los trabajos, cuyo coste fue de
100 pesetas, finalizaron el 20 de Abril de 1953
siendo la Priora, por aquel entonces, Sor
Amparo.
La corona fue
trasladada a Sevilla, al taller de su autor, don
Manuel Seco Velasco, para su restauración al ser
una de las piezas que más sufriera este luctuoso
suceso. El coste de esos trabajos ascendió a
4.000 pesetas, que fueron sufragadas por don
José Zayas Fernández a la finalización del
mismo, el 16 de Mayo de 1953.
Las bambalinas,
que se estrenaban bordadas ese mismo año,
regresaban a Sevilla para la reposición de
elementos y flecos deteriorados, a la par de la
finalización del bordado del techo de palio, que
estaba aún en proceso.
A todo ello
habría que sumar, para la próxima Estación de
Penitencia de 1954, el nuevo techo de palio,
como hemos comentado, la nueva saya bordada en
oro sobre tisú de plata que se estaba realizando
en el taller de Esperanza Elena Caro (Sevilla) y
los portentosos e incomparables doce varales del
paso de palio, que fueron realizados por el
maestro de orfebres don Jesús Domínguez Vázquez
con un coste total de 96.000 pesetas.
Como bien hemos
mencionado, todo ello fue posible gracias al
espíritu ambicioso de superación de un grupo de
hermanos directivos que no se achantaron ante un
golpe semejante y, por supuesto, a la entrega y
el desvelo de todos sus devotos y el pueblo
cristiano de Huelva que, una vez más, no
fallaron a su Virgen de la Victoria.