Es el día en que la Iglesia rinde culto a los
santos y venera sus imágenes y sus reliquias auténticas como
ayuda para entrar en contacto con Dios a través de los que se
dejaron transformar por la gracia y alcanzaron así el don de la
salvación en Cristo. Recién celebrada la conmemoración de todos
los fieles difuntos por la Santa Madre Iglesia, en este día
nosotros nos interesamos ante el Señor en favor de las almas de
todos los hermanos difuntos desde el principio de esta
Hermandad, muy especialmente por aquellos que fallecieron
durante el año. Estos hermanos nuestros han llegado a su destino
después de haber servido a la Hermandad y amado al Señor Jesús
con la certeza de la fe en el amor de Cristo de quien nada puede
separarnos.
Asimismo, a la conclusión de la Eucaristía y tras el rezo de la
Salve a la Santísima Virgen de la Victoria, la Hermandad, según
lo también dispuesto en sus Reglas, expuso a la veneración de
los hermanos y fieles en general la reliquia sagrada del Lignum
Crucis.