Viernes 18 de Septiembre de 2015

FELICITACIÓN A LAS HERMANAS DE LA COMPAÑÍA DE LA CRUZ

 

El Hermano Mayor y la Junta de Gobierno de la Hermandad de la Victoria desean expresar sus sentimientos de profunda felicidad a las queridas Hermanas de la Compañía de la Cruz ante la cercana canonización de la beata María de la Inmaculada Concepción de la Cruz por el Santo Padre Francisco, la cual se celebrará el próximo 18 de octubre de 2015 en la Plaza de San Pedro de Roma, corazón de la Cristiandad.

Sor María de la Inmaculada Concepción de la Cruz es para todos nosotros modelo de fidelidad al Señor y de amor a los más pobres, un referente cercano de lo que debe ser la vida cristiana vivida hasta sus últimas consecuencias. Ella vivió con gran fidelidad su consagración total a Jesucristo, a la Iglesia, a su Instituto y a los pobres. Ella, que vivió entre nosotros hasta hace sólo diecisiete años, nos hace cercano y accesible el Evangelio de Jesús, traduciéndolo y poniéndolo al alcance del hombre actual. Ella nos dice además que también hoy podemos ser santos en Huelva, Sevilla y España y vivir con radicalidad nuestra vocación cristiana.

A las Hermanas de la Cruz, nuestra enhorabuena cordial y nuestro saludo fraterno.

 

MARÍA ISABEL SALVAT ROMERO

Nació en Madrid el 20 de febrero de 1926 en el seno de una familia de una elevada posición económica gracias a la trayectoria laboral del padre: funcionario público, representante de varias multinacionales y empresario industrial. Al día siguiente, fue bautizada en la Parroquia de la Concepción de Nuestra Señora, donde recibe el nombre de María Isabel.

Su vida familiar se desarrolló en un ambiente religioso, siendo su primer contacto para profundizar en las virtudes cristianas en la Escuela de la Santísima Virgen María de las Madres Irlandesas, donde a los seis años recibió su primera Comunión. En el año 1936, la Guerra Civil Española lleva a su familia a Figueira da Foz (Portugal). Dos años más tarde, regresó a España, instalándose con su familia en San Sebastián. Terminada la contienda, en 1939 regresa con su familia a su ciudad natal, Madrid.

El ambiente cultural y religioso en el que desarrolló su adolescencia estuvo marcado por una alegría constante, reflejo de una sencillez y claridad que mostraba la belleza de su alma. Joven elegante y sencilla, cautivaba y atraía por su mirada serena, bondadosa, simpática y ocurrente -aunque poco habladora-. Físicamente era atractiva y tenía muchas amigas, todas ellas pertenecientes a un nivel social alto, entre las que era muy querida. Acudió a fiestas y tuvo amigos pertenecientes a familias conocidas de sus padres. Siempre fue muy piadosa y sacrificada, por lo que no sorprendió cuando comunicó a sus padres la decisión de entregarse al Señor.

En 1942 conoce a las Hermanas de la Cruz, en una de las visitas que ellas hacían para pedir por el barrio de Salamanca. Margarita, su madre, colaboraba asiduamente con ellas y siempre las recibió con cariño y generosidad. María Isabel se queda tan sorprendida e ilusionada con la vida de abnegación, pobreza y santidad de las Hermanas de la Cruz que ya, en aquel momento, siente la llamada de Dios. El 10 de diciembre de 1943, a los diecisiete años, recibe la Medalla de Hija de María en el Colegio de las Madres Irlandesas de Madrid. Fue el inicio de su compromiso con la Santísima Virgen.

El 8 de diciembre de 1.944, con 18 años de edad ingresó como postulante en el Instituto de Hermanas de la Compañía de la Cruz en Sevilla y al año siguiente entró en el noviciado y se puso el hábito religioso con el nombre de la Hermana de María de la Inmaculada Concepción de la Cruz. Hizo su profesión temporal el 27 de junio de 1947 en la Casa Madre de Sevilla. Dada su formación humana y espiritual, en septiembre de este año le fue encomendada la gestión del colegio de Lopera (Jaén). El 9 de diciembre de 1952 hizo los votos perpetuos también en la Casa Madre de Sevilla. Ese mismo año convalidó sus estudios de bachiller superior y obtuvo el título de maestra de enseñanza primaria. Asimismo, estuvo destinada en Valladolid, Estepa y Villanueva del Rio y Minas (Sevilla), ejerciendo en todos los destinos como directora del colegio, dando ejemplo siempre de las virtudes que caracterizan a las Hermanas de la Cruz: sencillez, espíritu de sacrificio y abnegación, desprendimiento y pobreza. El 2 de octubre de 1959 recibe el cargo de Superiora de la casa de Estepa. En 1966 ostentó el cargo de Maestra de Novicias; en 1.969 el de Provincial; y en 1.970 es nombrada Tercera Consejera General del Instituto y Superiora de la Casa de Villanueva del Río y Minas. El 11 de febrero de 1977 es elegida Madre General en el XIII Capítulo General ordinario presidido por el Cardenal Arzobispo de Sevilla José María Bueno Monreal. Fue reelegida en tres Capítulos consecutivos. Durante los veintidós años que sirvió al Instituto como Madre General, aparece siempre como fiel seguidora del espíritu de su fundadora, Santa Ángela de la Cruz.

Como Madre General, la Hermana de María de la Inmaculada Concepción de la Cruz asistió a Roma en 1980 a la celebración de la vida religiosa que presidió el Santo Padre Juan Pablo II, quien bendijo al Instituto de las Hermanas de la Cruz. Un año después fundó la Residencia Santa Ángela de la Cruz del barrio de Las Colonias de Huelva, así como tuvo la oportunidad de asistir a una Eucaristía en la capilla privada del Papa Juan Pablo II, al que entregó el libro “Escritos Íntimos” de Sor Ángela de la Cruz. Asimismo, participó el 5 de noviembre de 1982 con Su Santidad el Papa Juan Pablo II en la beatificación de Sor Ángela de la Cruz en el transcurso de una Eucaristía en Sevilla. Esa misma tarde, el Papa visitó la Casa Madre y rezó frente a la tumba de la santa, arrodillándose ante la misma hornacina donde hoy puede contemplarse su cuerpo incorrupto. En 1990, con su decidido impulso y carisma, se aprueba la adaptación de las Constituciones del Instituto a la nueva normativa del Código de Derecho Canónico de 1983.

En 1994 le diagnostican un cáncer en el pecho. En las dos semanas de convalecencia mantuvo su sonrisa, aceptando la enfermedad con abnegación cristiana y fortaleza. Recibió quimio y radioterapia y se restableció, de momento, satisfactoriamente. Cuatro años después de su operación del tumor en el pecho, volvió a recaer por la enfermedad. Volvieron las sesiones de quimioterapia, pero esta vez el cáncer estaba extendido. Le diagnosticaron hígado metastático, ascitis, cálculos en la vesícula y metástasis en el pulmón. Cuando lo supo demostró una entereza colosal. Ese mismo día, tras volver en silencio al Convento, comenzó a dirigir una tanda de ejercicios espirituales y conversó una a una con todas las ejercitantes, como era su costumbre. Al día siguiente intentó iniciar otra tanda pero no la pudo terminar.

A las nueve y media del sábado 31 de octubre de 1998, con 72 años de edad, partió para la “Casa del Señor”.

 

BEATIFICACIÓN

Su proceso de beatificación se desarrolló con una inusitada rapidez. Se abría el 20 de febrero de 2004. El 4 de noviembre de 2005 tenía lugar la clausura del proceso sobre el milagro atribuido a la Sierva de Dios en la persona de una niña de La Palma del Condado (Huelva), Ana María Rodríguez Casado, aquejada de una grave afección neurológica. Su curación se produjo de forma «difícilmente explicable y no previsible» gracias a la intercesión de Hermana de María de la Inmaculada Concepción de la Cruz.

La beatificación tuvo lugar en Sevilla el 18 de septiembre de 2010, durante una solemne ceremonia en el Estadio La Cartuja presidida por el Arzobispo de Sila, Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

 

CANONIZACIÓN

Cinco años después de su beatificación, Sor María de la Inmaculada Concepción de la Cruz, Superiora General de las Hermanas de la Cruz, será canonizada. Será posible gracias al milagro obrado por ella en la persona de un “armao” de la Centuria Romana de la Hermandad de la Macarena. Francisco José Carretero Díaz, con 43 años, sufrió una parada cardiorrespiratoria que lo mantuvo sin oxígeno 25 minutos. Permaneció doce días en coma y despertó gracias a la intercesión de la beata.

El milagro fue reconocido por la Santa Sede el 5 de mayo de 2015.

 

LAS HERMANAS DE LA CRUZ EN HUELVA Y LA HERMANDAD DE LA VICTORIA

Tras su fundación en el año 1939, el Miércoles Santo 1 de abril de 1942, durante la segunda estación de penitencia de esta cofradía y todavía con un solo paso, se produjo un cambio en el itinerario trascendental, el cambio que configuraría la personalidad de la hermandad en la calle y que de alguna forma vino a conformar una nueva faceta dentro de la Semana Santa de Huelva: el paso por la Plaza Niña para visitar a las Hermanas de la Cruz y premiar así su abnegada y apostólica vida.

Esta hermandad revolucionó la estática y la estética anterior de muchas formas y con este nuevo cambio, calles siempre despreciables para las procesiones, saboreaba un nuevo sentimiento a su paso. La Santísima Virgen de la Victoria abría así calles olvidadas para visitar a las hijas de Sor Ángela de la Cruz, siendo Ella, como una cruz de guía, la que abrió el paso al resto de hermandades de la ciudad, haciendo de la costumbre una virtud, para mayor engrandecimiento y honor de las corporaciones nazarenas. La Virgen de la Victoria es la primera que hizo camino por aquel bendito lugar, arando y desbrozando ese terreno de gloria, plantando y regando la semilla, adquiriendo desde entonces esta corporación un fuerte vínculo con las religiosas y convirtiendo desde entonces con esta visita la puerta del convento en un lugar indispensable en la Semana Santa de Huelva.

Con motivo de la Coronación Canónica de la Virgen de la Victoria en el año 2012, la Hermandad ordenó colocar un retablo cerámico que conmemorara el hecho. El mismo fue inaugurado y bendecido por el director espiritual de la corporación, M. I. S. NHD Miguel Fuentes Naranjo, el 1 de mayo del mismo año al paso de la Virgen de la Victoria durante su traslado a la Parroquia de la Purísima Concepción.

 

            HUELVA